martes, 21 de enero de 2014

James Dean

Él era casi James Dean y ella quiso tintarle de rojo el humo que escapó de su garganta, como escapan los rayos de sol de su jaula de nubes de plata; con un beso a media asta en el andén, apagando esa colilla en un escote casi tan ácido como el limón tras un tequila que cierra un buen trato.
Él bostezó las ganas que tenia de arder en llamas y ella se dejó puestas las llaves en el preciso instante en que él le puso la mirada encima. 

                                   

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