Al arrancarme las enredaderas de los párpados,al fin luz, me reflejo en el lago...y bajo las copas nevadas decido tomar un frío baño...¡cuánto más dulce es la locura que la maniatada y predecible cordura!
A penas dos líneas de tinta llegan susurrando únicamente para hacerme consciente de mi nueva realidad...mas en este insoportable aire no reconozco al viejo viento del sur, solo torbellinos que a su paso arrasan con toda brizna de hierba fresca y que ya no resultan divertidos remolinos en mi pelo, más bien molestas tormentas de arena que no quiero soportar...
Gotitas de rocío, nuestro vaho, que colma el claro cuando hacemos el amor; y me empañan y ya no consigo preocuparme más por lo que acontezca en el seco desierto ni en ningún otro sitio más allá de las montañas que me resguardan...Pues travieso sopla siroco que me devuelve el encanto de mi claro del bosque, con él bailan los duendes, cristalino lago...
Ninfa de mi viejo sauce a tu tacto valen tanto las flores como las mil palabras, pues la sinceridad hablada es la expresión del alma y desearía contar una a una las arrugas de tu tronco que dejan huella en mis aguas
El vivo verde de tus hojas destaca con su incansable presencia sobre el fondo cromado y me trae luz brillante, refleja el sabor de la sorpresa...empiezo a creer que para no estar loco, es necesario perder la cabeza.